La Neurociencia nos
indica, a través del estudio del cerebro, que solo puede ser verdaderamente
aprendido aquello que llama la atención y genera emoción. Aquello que es
diferente y sobresale de la monotonía.
La Neuroeducación aplica estos
conocimientos a la enseñanza y nos da algunas estrategias.
Nadie puede aprender
nada, y menos de una manera abstracta, a menos que aquello que vaya a aprender
encienda su curiosidad.
La curiosidad es el
mecanismo cerebral capaz de detectar lo diferente en la monotonía y el ser
humano es un animal curioso por naturaleza. Según explica la neurociencia,
nuestro cerebro emocional se activa cuando algo diferente asoma en nuestro
entorno. Si lo que sobresale es importante para nuestra supervivencia, lo
aprendemos y lo memorizamos.
Por eso, el neurocientífico Francisco Mora asegura
que “nadie puede aprender nada, y menos de una manera abstracta, a menos que
aquello que vaya a aprender encienda su curiosidad”.
En los primeros años de
vida, el juego es la conducta que desarrolla el niño para aprender con el
estímulo de la curiosidad. Solo hay que ver a dos niños jugando y comprobar el
ensimismamiento en la tarea.
El instrumento del juego, combinación de
curiosidad y placer, es el arma más poderosa del aprendizaje.
En este libro se
desarrollan los fundamentos de la neurociencia y profundiza en la parte de la
neurociencia cognitiva en su capítulo VII.
Podéis echar un vistazo antes de
adquirirlo.
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